TIEMPO DE PONERSE EL SAYO

En un tiempo en el que los pastores abandonaban los pueblos y marchaban a extremar, las mujeres celebraban reuniones nocturnas al calor de una vieja chimenea cónica. Estos son los "trasnochos", momentos en los que se relataban antiguas historias y leyendas mientras se cosía, hilaba y cardaba la lana. Aquí va el nuestro en particular ...

A las puertas del invierno y a medida que la noche va ganando terreno al día, el frío se manifiesta a través del soplido de los vientos del norte y de la escarcha que tiñe de canas nuestros viejos campos. Es tiempo de combatir su helada mirada y de recordar los antiguos mantos que lustrosamente vistieron nuestros antepasados.   
Durante milenios nuestras mujeres han tejido la lana que les proporcionaban los hatajos de ovejas estantes que cada familia podía atender, ofreciendo a la comunidad gran variedad de productos elaborados como pedugas (calcetines de lana fuerte y burda), colchas tradicionales que solían combinar los colores blanco y negro y que se trasmitían tradicionalmente de madres a hijas,  y sobre todo nuestra capa, que centrará la atención de esta historia.
La materia prima en su mayoría se obtenía del ganado churro, ofreciendo una tonalidad u otra en función de las razas existentes en cada momento, destacando aquellas descendientes de las antiguas ovejas celtas, de tamaño más reducido que las actuales y productoras de lanas bastas, negras y largas, lo que las hacía más resistentes al frío y a la nieve, a la escasez de pastos invernales y a los pequeños desplazamientos que algunas de ellas llevaban a cabo por los vecinos reinos de Navarra y Aragón, como era el caso de las de Ágreda y Tierra de Soria.
Actualmente, esta raza original europea se encuentra prácticamente extinguida en España, aunque son las precursoras de las modernas razas celtibéricas que surgen en el entorno montañoso del Sistema Ibérico, fruto de siglos de mezcla y selección con ejemplares de otras razas blancas que llegaron a ser predominantes en zonas más bajas. De hecho, hasta la llegada de la modernización del campo aún podían diferenciarse cuatro grandes razas celtibéricas como:

  • La raza Chamarita, localizada en la mitad meridional de la Soria tributaria del Ebro, entre La Rioja, Valle del Tera, Tierras Altas y San Pedro Manrique (Sampedrana)
  • La raza roya Bilbilitana, extendida por la zona de confluencia de las provincias de Zaragoza, Guadalajara y Soria, especialmente en el entorno del Moncayo.
  • La agrupación ovina Negra Soriana, cuyo territorio histórico iría desde las parameras de Villaciervos hasta Ágreda.
  • Por último, la raza negra Tudelana, que como su nombre indica era propia del sur de Navarra.


Por otra parte, en el entorno de Oncala, muchos de los dueños de ovino negro estante lo eran también simultáneamente de ganado merino trashumante, cuya lana en su mayoría era exportada, conviviendo durante la etapa estival en un mismo rebaño, lo que sin duda debió favorecer también la mezcla racial. Además, en territorios muy cercanos entre sí, se dieron presencia otras razas ovinas ibéricas de lanas blancas de procedencia meridional, como la Ojalada (o churra soriana), que lindaba con el área de expansión de la roya Bilbilitana, o en Pinares, tierra de predominio de la Churra Castellana, siendo más habitual la representación de las de tipo Ojinegro a medida que se descendía hacia el Valle del Jalón.
La capa soriana
Entrando de lleno en lo que fue la prenda habitual del soriano desde tiempo inmemorial, hasta no hace mucho aún podían verse en el área que abarca los pueblos de Rejas, Santa Hervás, Fuentearmegil y Fuencaliente del Burgo algunas capas que se caracterizaban por ser una prenda cerrada que llegaba hasta las rodillas de color pardo marrón, escote redondo para meter la cabeza y capucha, y mangas formadas por simples aberturas sujetas en los hombros.
También en la zona del páramo de Villaciervos, entre la Sierra de Cabrejas y de Frentes, se empleaba la capa, aunque ésta era diferente a la anterior, siendo de color blanco, con esclavina y capucha, dándose una forma que se asemejaba más a la conocida capa castellana, es decir, era más estrecha por el cuello y por debajo más larga y ancha, además de quedar abierta por delante. Para ilustrar el inicio de la pérdida del uso de este tipo de prenda tan característica, los hermanos Baroja a en su viaje por Soria en 1901 dejarían escrito lo siguiente:

"A nuestro lado se sienta un viejo con una capa parda y un ganadero de Villaciervos, que nos da la noticia desagradable de que los pastores de su tierra ya no usan capas blancas con capucha ennegrecidas en los capiteles de San Juan de Duero"


Entre estos dos tipos se ha documentado además el capote de Fuencaliente, capa de abrigo hecha con mangas y con menor vuelo que la capa común y gran sobrecuello.
No podemos dejar de mencionar también la tradicional manta rectangular de cuadros en tonos beiges y marrones con flecos en los lados estrechos, que junto a las anteriormente descritas podrían ser el recuerdo de lo que un día fueron los saga celtibéricos.
"Pastor soriano" de Rafael Peñuelas
El sagum celtibérico
De la importancia de este tipo de prendas vemos cómo la lana, desde la plenitud celtibérica, debió jugar un papel primordial, tal y como se desprende de la lectura que nos proporciona Diodoro de Sicilia (5,33,16) en relación al suministro de 9.000 saga como pago al general Pompeyo por parte de los habitantes de Numancia y Termancia en el 140 a.C.
Estos saga que vestían los celtíberos y que hasta el mismísimo Escipión portó mientras durara la campaña de Numancia, aparecen descritos por el sículo como abrigos negros muy rudos de una lana parecida al pelo de la cabra”, prendas sin duda, que parecen similares a las usadas por nuestros pastores hasta momentos relativamente recientes tal y como acabamos de ver líneas arriba.
Poco más sabemos de la vestimenta de los antiguos pobladores de la región antes de la llegada de Roma, puesto que este tipo de materiales orgánicos no dejan vestigios arqueológicos. Es así que únicamente a través de la etnografía y del estudio comparado de la iconografía representada en las cerámicas pintadas de Numancia podemos vislumbrar superficialmente el aspecto de sus ropajes.
En este sentido, junto a los saga, parece que las mujeres cubrían su cuerpo con largas túnicas de tonalidades claras, sobre el que se disponía una especie de faldellín decorado con motivos geométricos.

Museo Provincial del Traje Popular Soriano (Morón de Almazán)
Mientras, los hombres generalmente portaban cortas túnicas sin mangas de lana que se ceñían a la cintura a través de un cinturón, sobre calzón corto atado con cintas colgantes y unas polainas de piel de cordero enrolladas en las piernas. Además se han documentado distintos calzados, como abarcas de suela de esparto, botines de tacón alto y botas de cuero.
No obstante, obviamente la vestimenta dependería del estatus social de sus portadores, así como de la funcionalidad sagrada o profana que se requiriese en cada ocasión.
Por otra parte, si se conocen los adornos que vendrían a complementar sus ropajes, los cuales en su mayoría fueron documentados en las tumbas de aquellos celtiberos de estatus elevado, tales como gruesas fíbulas que servían para sujetar las pesadas capas, así como broches de cinturón, pectorales, cuentas de collar, etc.
Museo Provincial del Traje Popular Soriano (Morón de Almazán)
Del mismo modo contamos con algunas evidencias arqueológicas que nos acercan a la confección de sus prendas, como los hallazgos de fusayolas de cerámica y hueso del castro de Castilfrío de la Sierra o las depositadas en las tumbas de la necrópolis celtibérica de Carratiermes. Estas piezas se colocaban en un huso de tipo vertical para mantener la inercia del giro, como contrapeso y como tope inferior impidiendo que el hilo se bobinase más allá de éste.
Añadir las pesas de telar cerámicas documentadas en contextos domésticos de Numancia, Langa de Duero y Castilmontán, aunque tal y como nos muestra la etnografía preferentemente se emplearon instrumentos confeccionados con materiales orgánicos, ya fuesen cardos naturales o usos de madera.
Dicho esto, hagamos de nuestra capa un sayo, puesto que vayamos o no a la moda, lo cierto es que el envoltorio que nos pongamos para calentarnos siempre será efímero, al contrario de lo que subyace de todas estas viejas historias que surgen al calor de los hogares en una estación que se muestra propicia para iniciar la búsqueda de uno mismo y de sus propias raíces.

Referencias bibliográficas:
ÁLVAREZ BARTOLOMÉ, S. (2012) “Las ovejas negras de la Celtiberia”, en Revista de Soria nº 77. Diputación Provincial de Soria.
CENTELLAS SALAMERO, R. (coord.); (1999): Ricardo Baroja, aguafortista: Una visión de España. Diputación Provincial de Zaragoza. Servicio de Cultura.
GONZÁLEZ CASARRUBIOS, C.; (1978): “La capa soriana”. Revista Narria nº 11. Universidad Autónoma de Madrid.

2 comentarios:

Soriano'! dijo...

Buenas, no se si responde preguntas, pero me gustaría hacerle una. ¿Usted cree que los actuales habitantes de Soria siguen teniendo un aspecto racial o etnico similar al de los celtíberos originales de la zona? Es una cuestión que me llevo planteando hace tiempo y me gustaría saber su opinión.

Gracias por la atención y por su fantástico trabajo

Mario de los Pelendones dijo...

Respondiendo a los comentarios anteriores y obviando alguno más no publicado en la misma línea, algo desafortunado por cierto, pues me hechan la bronca por no contestar quería decir lo siguiente:
En primer lugar, no he contestado antes porque su pregunta requería una respuesta adecuada que no tengo así a botepronto, puesto que de genética no entiendo. No obstante mucha gente pregunta lo mismo y creo haberlo respondido en varias ocasiones. Además, los comentarios en los blogs creo que se han quedado obsoletos en el sentido que no permiten interacciones directas y que no todos los días uno mira si tiene alguno, de hecho casi nadie ya comenta por este medio. Hoy día, en mi modesta opinión , quizás sea más rápido y directo hacerlo a través del facebook de la página y aún así el contestar depende de las mil historias y ocupaciones que uno tiene, pues uno escribe aquí por gusto y sin buscar nada a cambio, ni glorias ni ensanchar mi ego. Si así fuera no escribiría sobre pelendones y celtiberos, que al fin y al cabo le importan bien poco a la gente, lo que hago es una necesidad interior y un placer que me doy a costa de sacrificar mi poco tiempo libre. Y si publico antes otros comentarios es porque no requieren una respuesta trabajada que en ese momento no pueda dar, aparte de que no tengo obligación de hacerlo, faltaría más que después de darme la paliza de escribir y documentarme sobre algún tema por gusto encima tuviera que deberme a nadie, insisto esto lo hago por placer.
Hecha esta aclaración para el señor o señora impaciente, y atendiendo a su pregunta , no sé cómo es la genética de la actual población actual de Soria, y que yo sepa nadie ha ido a comprobarlo haciendo un sondeo representativo. Aún así, teniendo en cuenta las vicisitudes de la historia, en la actualidad habría que tener en cuenta a los elementos repobladores medievales de la provincia y al sustrato que siempre estuvo aquí, entre otras muchas cuestiones. No obstante y quizás en lo siguiente esté la mejor respuesta que le pueda dar: Recientemente la Universidad de Oxford llevó a cabo ciertos estudios genéticos sobre la población europea, cuyo resultado es muy sugerente. España y las Islas Británicas así como la fachada atlántica de Francia, serían genéticamente hermanas, compartiendo un nivel medio del 70% del mismo Haplogrupo R1B, uno de los más antiguos de Europa, vinculado a los pueblos de la Edad del Bronce y el Hierro, es decir a los celtíberos en nuestro caso.
Así, en este sentido parece que somos la misma gente que en tiempos de los pelendones, arévacos y celtíberos en general, compartiendo por otra parte parentesco y raíces con todo el occidente europeo. Es por ello que resulte además muy atractivo el confirmar estas cuestiones de parentesco a través de los paralelismos que compartimos a través de la pervivencia de cuentos, leyendas, tradiciones, etc. como la que en este artículo de síntesis y divulgativo que he escrito.
Un saludo persona impaciente, espero al menos haberle acercado al trasfondo de todo este asunto en el que uno se enfrasca por gusto, por lo que la sarna no me pica.
Para más información consultar este enlace del blog del profesor Ramón Sainero:
http://estudiosceltas.blogspot.com.es/2016/04/el-adn-de-la-union-europea.html